Fragmentación

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Adolfo Payes

miércoles, 27 de junio de 2007

Semiótica cultural de la sociedad de imágenes. Parte II.


La visión proviene del texto de Walter Benjamin, que proclama en la década del 30 el inicio de la era de la reproducción mecánica de la obra de arte. La repetición mecánica se ha convertido en digital, lo cual implica que su tipicalidad ya no parte de un original previo, que es percibido como tal. Y de haber sido sólo un medio para la reproducción, finalmente también ha llegado a ser la forma de la producción de la imagen. Principios para la historia de la densificación de imágenes. La semiótica de la cultura trata de los modelos que los miembros de las culturas hacen de su cultura. Ella hace modelos de modelos. Podemos tomar clichés como “la sociedad de información”, “la sociedad de imágenes”, “la sociedad postindustrial”, “el estado postmoderno”, y preguntarnos lo que estos automodelos significan en realidad. Es posible ver la historia del mundo occidental como un aumento del número de imágenes por habitante. Son los distintos procesos que están tras esta inflación que son significativos. Desde la prehistoria hasta el renacimiento domina la imagen única. La imagen única es una limitación, un tipo de signo con una sola réplica (copia). Durante mucho tiempo, fue concedido sólo a unos pocos poseer una imagen. En algunos países el fresco fue reemplazado por pinturas más fácilmente transportables. Un mercado abierto para la venta de imágenes surge, y el libro y otros impresos difunden ampliamente las imágenes. Los procedimientos para reproducir imágenes desarrollados posteriormente, hacen posible realizar cada vez mayor cantidad de copias conservando el parecido con el original. La fotografía perfecciona la producción de incontables réplicas de cada imagen original. Nuevas formas surgen con el filme y la televisión, más recientemente con la multimedia y otras expresiones visuales relacionadas con la computadora. Distintos procesos parecen estar tras esta densificación general de imágenes. Hay dos formas de crear una imagen: a mano, o con ayuda de algún aparato mecánico más complejo. El primero se puede llamar un método quirográfico y el segundo, uno tecnográfico. Toma mucho menos tiempo el realizar una imagen tecnográfica que una quirográfica de tama – o y complejidad equivalente. El modo tecnográfico accesible a un número de personas mucho mayor no requiere ninguna destreza. El criterio es entonces no producir imágenes artísticas, sino un elemental traslado de información del objeto representado. Desde que la pintura se transformó en una artesanía, el procedimiento ha sido de importancia fundamental. Los procedimientos de reproducción mecánicos hacen posible producir cada vez más copias que mantienen el parecido con la plancha original; con esto la imagen ha llegado a ser un signo cada vez más parecido al lingüístico, de tal modo que ahora cada enunciado puede repetirse exactamente igual. Es en este estadio que la obra de arte, según Benjamin (1974) llega a ser algo mecánicamente reproducible. El número de imágenes a niveles más abstractos también ha aumentado: a saber, el número de clases de imágenes. Esto también es válido en términos de uso. La industria de las imágenes adquiere un uso social en vez de tener un uso únicamente individual y sus funciones son más especializadas. Al mismo tiempo, surgen más canales a través de los cuales las imágenes pueden circular en la sociedad. Durante mucho tiempo, la mayor parte de imágenes estaba en iglesias y palacios, a los que la mayoría de la gente no tenía acceso. Desde el siglo pasado aparecen imágenes en letreros de propaganda callejeros, en diarios, revistas, en museos públicos, etc. La televisión las difunde en el hogar, y con computadoras en Internet. Este desarrollo es el resultado del creciente número de tipos de imágenes, copias y clases de imágenes. Finalmente tenemos un número mayor de actos de comunicación visual claramente limitados. Los frescos y las pinturas en iglesias se encuentran en principio siempre en un lugar, donde cualquiera, en cualquier momento, los puede encontrar. La tarjeta postal y la imagen televisiva son activamente dirigidas por un emisor a receptores relativamente pasivos durante períodos limitados. El encuentro entre la imagen y su receptor sólo puede ocurrir en lugares y tiempos determinados: aún la copia se disuelve en varios acontecimientos en el tiempo. De la reproducción a la producción La imagen, cuando ésta ha sido creada, puede ampliarse y difundirse en nuevos ejemplares. La mecanización de las formas de construcción no coincide necesariamente con las formas de distribución. Una división del signo visual da origen a tres categorías visuales: clases de construcción, definidas por aquello que es relevante en la expresión en relación a lo que es relevante en el contenido; clases de función, que se dividen de acuerdo a los efectos sociales esperados; y clases de circulación, caracterizadas por los canales por los cuales las imágenes circulan en la sociedad. En esto existe, naturalmente, la primera fuente de la retórica visual: mediante la mezcla de distintas clases de construcción, clases de función, clases de circulación, se produce una ruptura de nuestras expectativas. La mezcla de clases de construcción: el collage cubista; la mezcla de clases de función: propaganda de Benetton. Nosotros, tenemos expectativas de encontrar ciertas correlaciones entre clases de construcción, clases de función y clases de circulación. En este sentido, el modernismo no ha sido otra cosa que un gigantesco proyecto retórico.

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